Mi intención con este blog es sencillamente compartir mis inquietudes, desde la intuición y el corazón, y crear un espacio en el que pensar en "voz alta"

jueves, 18 de abril de 2013

La educación prohibida

Quiero difundir la entrada de este blog, porque de eso se trata:

La educación prohibida.

"Más de 90 entrevistas a educadores, académicos, profesionales, autores, madres y padres; un recorrido por 8 países de Iberoamérica pasando por 45 experiencias educativas no convencionales; más de 25.000 seguidores en las redes sociales antes de su estreno y un total de 704 coproductores que participaron en su financiación colectiva, convirtieron a "La Educación Prohibida" en un fenómeno único. Un proyecto totalmente independiente de una magnitud inédita, que da cuenta de la necesidad latente del crecimiento y surgimiento de nuevas formas de educación."

Y qué os parece esta viñeta de Frato...
LA EDUCACIÓN PROHIBIDA
¿Aprender las partes del árbol en una lámina…?
Mucho mejor: respirar bajo un árbol, explorarlo con los sentidos, recoger sus hojas, plantarlos y cuidarlos, comer sus frutos, escuchar su sonido cuando el viento sopla, leer libros bajo su sombra y aprender a respetarlos. Con la vista, el tacto, el olfato, el oído y el gusto, también conoceremos sus partes y posiblemente no las olvidaremos. Creo que es la mejor forma de aprender en cualquier nivel educativo y paradójicamente se olvida. Las clases dejan de ser interesantes para los niños, descendiendo el nivel de motivación según avanzan en las etapas del sistema educativo.

 ¡Otra educación es posible! En infantil ya lo hacemos...

 ¡Feliz curso a todos los lectores y lectoras del blog!

Mi visión poética de mi escuela


Siguiendo con el blog de Salvador Rodríguez, y su entrada titulada: La escuela, una visión poética, quisiera compartir lo que para mí fue sin duda una experiencia poética de mis escuelas durante mi infancia y adolescencia y que tanto he echado y echo de menos para mis hijos:
Me pondré nostálgica y posiblemente obviaré cualquier aspecto negativo, pero no tengo afán de faltar a la verdad y, achaquémoslo a mi memoria endeble a causa de los años, pero sencillamente no son  recuerdos negativos los que destacan en mi memoria.
Desde los 4 y hasta  los 6 años acudí a una escuela infantil pública, en la que sólo recuerdo cantar, pintar, bailar, jugar, correr, un huerto y muchísimo cariño, y sin duda, coqueteé con la lectura sin tener conciencia de ello, porque, que recuerde, sólo se sembró la base de la curiosidad por lo escrito.
Ya con casi 7 años llegó lo que entonces ya fue para mí Primaria (al igual que aquí ahora), fui de nuevo a un colegio público y pequeño en el que sólo había aulas y una sala que hacía las veces de gimnasio en días lluviosos (muchos) alternándola con los dos pequeños patios donde hacíamos deporte. Ni piscina, ni biblioteca ni comedor.  Pero se hacía gimnasia y se practicaban deportes.
-          Acudía cada día a un comedor a unos 300m. de  la escuela.
-          Una vez por semana nos llevaban a la piscina pública más cercana.
-          Una vez por semana acudíamos a la biblioteca pública más cercana  dónde nos alojaban en la planta infantil y nos dejaban elegir, compartir, ojear y hojear, cualquier libro que nos apeteciese y luego retirarlo para llevar a casa o no.  
Al comedor, como a las otras actividades, nos llevaban a pie y en fila de dos en dos, actividad que en sí misma formaba parte de toda la experiencia.
Una vez por semana también, venía una profesora externa que nos daba clases de arte dramático.  (Expresión corporal, improvisación, declamación, preparar y leer obras de teatro …)
Todas las aulas tenían instrumentos musicales y todas las semanas experimentábamos con instrumentos varios. Que si el xilófono, que si el triángulo, que si los bongos, que si la flauta, que si las castañuelas…  Cantábamos, jugábamos, y un maravilloso programa de la BBC para colegios, (había tele en todas las aulas… la tecnología de la época) nos introducía en el mundo del solfeo con dibujos, muñecos y presentadores divertidísimos.  (La música, lo crea nuestro sistema educativo o no, era y es algo más que la flauta y mucha teoría)
También, una tarde a la semana, o bien en la propia clase (que siempre eran enormes y se dividían entre parte con pupitres y parte para actividades), o bien en uno de los patios si no llovía, nos enseñaban bailes tradicionales y folklóricos.
Hacíamos debates personales o sobre temas actuales (de entonces), incluso, recuerdo que en vísperas de  elecciones, se debatía sobre política. Las motivaciones que cada niño tenía para opinar acerca de quién era el candidato idóneo, visto desde hoy, resulta enternecedor.
Ni que decir tiene que pintábamos y  jugábamos.
Sin darme cuenta un día sabía leer, otro sumar, otro restar, sin llevadas, con llevadas…. Por encima de todo, era feliz, deseaba ir al colegio, me sentía estimulada y querida, y tenía una enorme curiosidad.
A los 11 años y coincidiendo con el inicio de la secundaria, de nuevo en un colegio público, pero esta vez inmenso:
Tenía pistas de tenis, baloncesto y baseball. Un gimnasio inmenso lleno de aparatos magníficos.
Un edificio entero dedicado a las artes, música, baile, teatro, artes plásticas y cerámica.
Un ala para las ciencias con maravillosos laboratorios y otra para las letras con biblioteca.
No tenía piscina, pero, aquí también nos llevaban a la piscina municipal más cercana una vez por semana y, a pesar del gimnasio y las pistas, una tarde entera una vez por semana nos recogía un autocar a todo el curso, y nos llevaba a un macro polideportivo, apartado de la ciudad donde, esa tarde (y cambiando trimestralmente de actividad)  podríamos aprender y practicar deportes que, de otra forma no conoceríamos más que por la televisión. Así pues, además de tenis, baloncesto y baseball, tuve el privilegio de aprender y jugar al hokey, Lacrosse, Tiro con arco, campo a través y varios más…
Aquí, ya con 11 años y no antes, aprendía a multiplicar. Puede que quien lea esto piense que es una barbaridad, pero mi experiencia me demostró que, aquello que tanto les cuesta a nuestro peques con 7 u 8 años y que les supone horas de estudio, yo aprendí sin mayor esfuerzo en una semana a los 11 años, sencillamente porque estaba preparada, y así también con casi todas las asignaturas.
No voy a decir que por todo esto, todos destacáramos académicamente en todo, sencillamente porque eso es imposible pese a quien pese. Pero sí era más fácil que cada cual desarrollara mejor sus capacidades, y sobre todo, teníamos los medios y las formas para conocer cuáles eran aquellas áreas qué mejor dominábamos y todas ellas eran valoradas. En todas nos motivaban.
Todo esto además dentro del horario escolar ya que, el concepto “Clases extraescolares” no lo conocí (porque no existían) hasta el año 1982 cuando regresé a España. Así, a partir de las 4 de la tarde, se hacían los deberes escuetos (a partir de los 11 años, no antes) y se gozaba de toda la tarde libre.  Lástima que el clima no favoreciera un mejor aprovechamiento del tiempo de ocio como sí lo hace en nuestro caluroso país y largas horas de sol, que apenas disfrutan nuestros  niños por estar saturados de actividades extraescolares y deberes.

martes, 2 de abril de 2013

Compartiendo: Artículo del Blog de Rosa María Torres del Castillo






http://otra-educacion.blogspot.com.es/2013/03/las-pruebas-no-prueban-nada.html#!/2013/03/las-pruebas-no-prueban-nada.html

Quito, Ecuador
Pedagoga, lingüista, periodista educativa, activista social. Investigadora y asesora internacional en temas de educación, cultura escrita y aprendizaje a lo largo de la vida. Ex-Ministra de Educación y Culturas. Coordinadora del Pronunciamiento Latinoamericano por una Educación para Todos. http://otra-educacion.blogspot.com/

Padres multitarea


"Hyperactivity may be a sign of too much passive seat work in school without recess, too little time to play and too much academic homework". Pasi Sahlberg


"La hiper actividad puede ser síntoma de demasiado trabajo escolar pasivo, sin descando, poco tiempo para jugar y un exceso de deberes académicos"

Escucho incesantemente por todos los canales posibles, el importantísimo papel que juegamos los padres en la educación de nuestros hijos, y si bien estoy totalmente de acuerdo, me inquieta porque nadie define exactamente cuál es ese papel y, tras 28 años que llevo  en la educación, unos cuantos como docente, y todos ellos como madre, llego a la conclusión de que, hagamos lo que hagamos,  lo que el colegio define como  “fracaso” es siempre de la familia y los “éxitos”  del colegio.

Es cierto que en la actualidad muchos padres gozan de la preparación académica adecuada para ayudar a un hijo en primaria o secundaria, pero personalmente entiendo que mi labor como madre consiste en motivar a mis hijos, estimularles, fomentar valores como la autoestima, la perseverancia, el respeto propio y ajeno, averiguar, potenciar  y proporcionar los elementos de interés cultural para mis hijos y cosas por el estilo. Lo que sin embargo percibo por parte del centro escolar - en el que estudia mi hijo en particular y, por lo que me comentan, en muchos otros -, es que además debo ejercer como profesor particular de todas y cada una de las materias que mis hijos estudian en el colegio. Esto provoca con frecuencia no pocas tensiones en la relación familiar.  Tengamos en cuenta que un padre no tiene por qué tener la pedagogía adecuada, ni el tiempo preciso, y ni es, ni tiene porqué ser,  UN PROFESIONAL DE LA EDUCACIÓN. Si un centro escolar es incapaz  por sí sólo de educar académicamente a un alumno será porque algo falla; Las formas, el fondo, el sistema íntegramente… lo que de ninguna manera parece aconsejable es  cargar a los padres con la  obligación de suplir las deficiencias del sistema.

Hace ya muchos años que escucho a padres decir cosas como “estamos de exámenes” o “tenemos muchos deberes”. Paradójicamente los colegios aconsejan la autonomía del niño con sus estudios pero no la favorecen, y así  las familias tenemos jornadas de trabajo interminables, fines de semana y parte de las vacaciones de la época que sea, volcados en los estudios de nustros hijos, y me pregunto, ¿De veras que es esa la implicación que se espera  de las familias? A día de hoy, da la impresión que las familias mayoritariamente estamos ya más que implicadas y concienciadas con  la educación, responsabilizadas incluso del rendimiento de nuestros hijos hasta la saciedad, no en vano, muchas conocidas mías viven  los aprobados y suspensos como algo personal y aún así,  el mensaje que parece predominar es que los “fracasos”  siguen siendo nuestros, no así los “éxitos”.

Como comenté en otra ocasión, soy hija de emigrantes.  Mis padres tienen una muy escasa preparación académica y debido a que emigraron al Reino Unido, el  idioma constituía un dificultad añadida, por lo que,  ayudarme con los deberes o ejercer de profesores particulares era del todo imposible, pero hicieron lo que tenían que hacer, lo que todos debemos hacer: Me enseñaron valores, perseverancia, autoestima, respeto propio y ajeno y nada de matemáticas. Confieso también que afortunadamente, jamás tuve deberes hasta los 12 años.

Estoy totalmente a favor de nuestra implicación en la educación de nuestros hijos, pero ASÍ NO.

miércoles, 20 de marzo de 2013

¿Por qué lo consentimos?


A pesar de que la educación me ha interesado desde siempre y desde que recuerdo he añorado un cambio profundo en el sistema, y aunque no me rindo, soy realmente  poco optimista.

Estoy convencida de que nada cambiará mientras los ciudadanos no cambiemos.  Es imprescindible darnos cuenta de que la educación nos afecta a todos, tengamos niños o no, seamos o no docentes. Es tan importante como la salud. 

La educación, como todos sabemos, está muy politizada, y lo está con nuestro beneplácito puesto que también  adoptamos posturas politizadas.  Lo que deciden las administraciones en esta materia está bien o mal según  seamos más o menos afines con el  criterio político de cada una de ellas.

Aquellos que apoyan una educación privada o subvencionada, a menudo alegan que la educación pública es mediocre y me fascina porque ¿cómo puede nadie estar conforme  y no revelarse contra una educación pública mediocre si la estamos pagando con nuestros impuestos?  ¿Por qué nos conformamos con pagar impuestos por algo que creemos que no nos sirve? 

Sin embargo, cuando se emplean nuestros impuestos para subvencionar colegios privados, hacemos la vista gorda porque aceptamos que ahora sí están a nuestro servicio obviando que en ocasión, así  también permitimos el uso lucrativo que de ellos se hacen por parte de algunos colegios.

A  la hora de la verdad, la cuestión es que, público, privado o concertado, el SISTEMA sigue sin funcionar, porque, recordemos que es el huevo lo que está podrido y el fuero  contaminado.

Está claro que no somos una sociedad cohesionada. No miramos el bien común. Buscamos salvarnos individualmente de  la quema y si lo logramos, miramos para otro lado.

El sangrante negocio  de las editoriales respaldadas por los colegios en perjuicio de todos, año tras año, lo asumimos.  ¿Por qué consentimos eso?  Es humillante el abuso por parte de unos, consentido por  otros y aplaudidos por las administraciones.  Que alguien me lo explique. ¿Para cuándo libros “genéricos”  como se hizo con los medicamentos? También la criba sistemática y discriminatoria de alumnos en muchos centros concertados  porque deben mantener un caché a toda costa, lo sabemos y lo consentimos, a pesar de que funcionan gracias a nuestros impuestos. No en vano, es un negocio, donde el tráfico de influencias es tanto o más  vergonzante - porque se trata de niños -  que los casos  que salen a diario en la prensa, y lo aceptamos con mayor o menor resignación.   Y ni siquiera lo hacemos a cambio de una buena educación.
 
Idealmente, defiendo una educación pública de calidad, pero confieso que dadas las circunstancias, como la incompatibilidad de conciliar el trabajo y la familia por ejemplo - otra batalla sin librar aún -  tampoco creo que eliminar la educación subvencionada resuelva nada.  En mi opinión, lo que se debe exigir es que el sistema sea eficiente. Que la educación sea de calidad y principalmente que sea innovadora, motivadora, estimulante, que tenga los mejores profesionales y a la altura del siglo XXI y no ésta discriminatoria, obsoleta  y pobre. Cuando al alumno se le respete por todo lo que es capaz de ser  y desarrollar y no sólo por su capacidad de memorizar y escupir lo memorizado. Si esto se lograra puede  que diera  igual un centro u  otro porque se garantizaría la EDUCACIÓN  por encima de todo. Sería un proceso natural que pondría las cosas en su sitio.

Para ello, tendríamos que dejar de mirarnos  el ombligo , mirar alrededor y darnos cuenta de que somos una sociedad que debiera estar unida para que nos respeten,  por nuestro propio bien y  orgullo,  porque ellos, los políticos, cualquiera de ellos,  lo tienen muy, muy claro: “divide y vencerás”  y manipularás a tu antojo.  Ellos, todos, tienen algo en común. Ambición, falta de escrúpulos, mediocridad y los bolsillos llenos.

martes, 19 de marzo de 2013

Palitos en las ruedas



Insisto: como demuestra la viñeta, una educación lineal resulta de lo más injusta.  Los niños no maduran todos a la vez y al igual que los adultos, cada niño es más hábil en unas áreas que en otras. Sus intereses son diversos y sus capacidades también. 

Recientemente, me han comunicado que mi hijo de 11 años ha aprobado música con una nota justita. Me ha sorprendido porque le encanta la música y es de las asignaturas que más se prepara en casa, pero resulta que la nota le ha bajado debido a la parte teórica, referida a las biografías de grandes músicos clásicos, sobre los que hay que estudiar, memorizar y posteriormente se realiza una prueba escrita sobre ello. El resultado es que mi hijo se siente desmotivado porque lo que se le da realmente bien, es la parte práctica de la música y eso  no parece tan relevante en comparación con una parte teórica que le resulta tediosa. Defiendo absolutamente el conocimiento de las biografías de los clásicos, pero puede que de otra manera e incluso en otro momento.

Me ha sorprendido igualmente conocer  que los hijos de unas amigas, alumnos de la ESO, apasionados del deporte, suspenden educación física y no por el deporte en sí mismo, sino, una vez más, por  la parte teórica. Honestamente, da la impresión que la educación consiste en poner más y más obstáculos en lugar de fomentar aquello que realmente se les da bien a los alumnos.
Me pregunto si a Iker Casillas, Rafa Nadal, Miguel Indurain  o Marta Domínguez sobresalían en las pruebas teóricas de deporte cuando tenían 15 años.

jueves, 14 de marzo de 2013

Educación para la Excelencia

Mientras la Administración de la CAM, reserva la palabra Excelencia, para referirse a la creación de 10 aulas dirigidas al “Bachillerato de excelencia” para aquellos alumnos de “altas capacidades”, me llama poderosamente la atención cómo para otros países, la búsqueda de la excelencia va dirigida a todo el conjunto educativo, empezando por cambiar estructuralmente el mismo.
Como de costumbre, nuestro sistema se empeña en “mantenella y no enmendalla”  Me pregunto por qué, además, no se invierte en resolver de veras el terrible problema del fracaso escolar de nuestro país y se dan cuenta de que el  mediocre nivel que demostramos año tras año, no va a cambiar si la Administración no asume que tiene un sistema lineal y obsoleto. A mi juicio, tenemos una educación de serie, para niño que no vienen de serie. Una educación excluyente en lugar de integradora, lineal en lugar de diversa, desmotivadora más que creativa, donde no se refuerzan las capacidades de cada alumno sino más bien se le castiga por no estar dentro de  la media establecida, no se sabe por quién ni para qué. Y, aún más triste, muchos (no todos) docentes, complacientes  con el sistema.
Yo me hago la siguiente reflexión. Tanto para padres de niños que logran mantenerse dentro del sistema razonablemente bien, como para los que no, ¿les da igual saber que siempre serán cabeza de ratón? Porque lo que parece indiscutible, si hacemos caso al informe PISA, es que nuestros mejores alumnos son mediocres comparados con los de otros países.  ¿Y qué nos ofrece la Administración? Pruebas.  No herramientas, ni fondos, ni apoyos, ni más medios para el profesorado, ni más atención, no. PRUEBAS. Más y cada vez más pronto. Más presión, más exclusión, más discriminación.
Como bien me dijo una muy querida amiga hace poco. “Esto es lo que tenemos. No vivimos en Finlandia”  Y tiene toda la razón. Pero, ya cada vez más países han adoptado un modelo parecidoa al finés, y yo sueño con que algún día también se haga aquí, no para mis hijos que no lo verán, pero por aquello de que la educación es tan importante como la salud.
Lo más ilustrativo de el por qué no podemos renunciar a un nuevo modelo de educación.  
Pasi Sahlberg es un activista por la mejora de la educación, entre otras cosas.